Durante el tiempo en el que he estado ausente en este blog, una ausencia que se ha debido a la acumulación de trabajo y a compromisos laborales ineludibles, poco ha cambiado. Mis últimas entradas hacían referencia a la necesidad de priorizar a la hora de hacer recortes en estos tiempos de crisis. Y la entrada de hoy versa sobre lo mismo.
Los ciudadanos podemos entender que haya que hacer recortes en estos momentos, pero no podemos permanecer impasibles cuando los sacrificios se les piden siempre a los mismos. Llama la atención que, por ejemplo, mientras en Italia se están planteando que la Iglesia empiece a pagar el IBI (la contribiución) en España no se piense en nada parecido... pero, eso sí, en España nos suben el IBI a los ciudadanos... En mi lista de colectivos que no sufren recortes está también la banca y los banqueros, pero hoy no quiero referirme a ellos. Prefiero hablar de un colectivo que siempre paga los platos rotos: los empleados públicos.
En momentos de auge económico, cuando todo el mundo gana dinero facilmente, nadie se acuerda de policías, bomberos, profesores... pero en momentos de crisis a quienes bajan el sueldo y se lo congelan por años es a los empleados públicos. Además, resulta muy triste la escasa solidaridad con la que se encuentra el colectivo. La imagen de funcionario vago pesa sobre sus cabezas y casi nadie muestra el más mínimo apoyo por los empleados públicos. Una imagen que poco se parece, casi siempre, a la realidad. Porque ni el funcionario ni el empleado público es siempre un oficinista... ni los oficinistas son ni más n menos vagos que otros colectivos...
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