No he querido opinar ni en periodo electoral (elecciones en Andalucía y en Asturias) ni tampoco ante la Huelga General del 29 M. Y no lo he querido hacer por ser en este blog lo más neutral posible ante dos eventos de tales características. Pero, ahora, cuando ya han pasado, sí que quiero compartir una reflexión que desde hace tiempo ronda por mi cabeza.
Estamos asistiendo en España a una campaña conta los sindicatos, orquestada y que ya empieza a dar sus frutos. Recientemente, un taxista granadino, al pasar junto a un acto de protesta, comenzaba a "despotricar" contra los sindicatos: que si tenían los sindicalistas sueldazos, que si no trabajaban, etc. También, no hace tanto, pasé un día entero discutiendo en Twitter con un señor de Zaragoza (o, por lo menos, de allí decía que era) que arremetía duramente contra los sindicatos. Y esto no son más que ejemplos de cómo la orquestada campaña empieza a dar sus frutos. No voy a comentar el papel que determinados medios de comunicación están jugando en esta campaña, sino únicamente he querido reflejar algún ejemplo de los resultados.
Nadie puede afirmar que todos los sindicalistas sean honestos y consecuentes con los ideales que representan, como tampoco se puede hacer esa afirmación en el caso de los partidos políticos o de quienes gobiernan en las instituciones. Pero de ahí a generalizar que los sindicatistas sean unos vividores e intentar ir más allá... incluso llegando a plantear si es necesaria su existencia, me parece tremendamente grave. A nadie se le ocurriría decir para qué sirven, por ejemplo, los partidos políticos. Y es evidente que los partidos políticos son necesarios, permitiendo la participación ciudadana en la vida política e imprescindibles en democracia. Lo mismo que no debemos negar la existencia de partidos políticos, en democracia tampoco debemos negar la existencia de sindicatos... porque, de lo contario, ¿quién defenderá los derechos de los trabajadores?
Aunque la ministra de Trabajo diga que ya no hay clases y que no hay diferencias entre empresarios y trabajadores, a nadie se le escapa la fortaleza de los empresarios, de la patronal. Ante una patronal fuerte, o existen unos trabajadores también fuertes (y, para ellos, nos guste o no, son indispensables los sindicatos, como unión de trabajadores que existe para la defensa de los intereses de los trabajadores) o sencillamente la patronal podrá hacer lo que quiera... podrá tomar las decisiones que le resulten más favorables y contarán para ello con el apoyo de los gobiernos (sin sindicatos, el único lobby laboral que queda es el empresarial).
No sé si este último es el panorama anhelado por quienes están llevando a cabo la campaña. A mí, desde luego, me parece un retroceso en nuestro país y creo que los hombres y mujeres buenos o de bien (que somos la mayoría) no debemos permitirlo. No dejemos que continúe la espiral del silencio, que quienes no estemos en contra de los sindicatos continuemos callados y sólo se oiga a quienes los quieren defenestrar... hasta que al final sólo haya una voz...
Qué triste...
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