Publicaba ayer Fernando Neira en El País un artículo en el que arremetía contra Joaquín Sabina ("o el interés menguante", que era el título). Entre otras lindezas decía que Sabina no seguirá siendo mucho Sabina, que cotiza a la baja, que no es el que era por mucho sombrero y levita que se ponga...
El problema es que no se mete únicamente con Sabina, sino también con sus seguidores. Reconoce que sigue llenando Las Ventas, pero se refiere a los que nos gusta Sabina como los "fieles" o "secuaces, corifeos y demás seguidistas"... Vaya que somos tontos del haba que nos conformamos con cualquier cosa (esto lo digo yo, no el señor Neira. Él lo insinúa únicamente).
Bien pues tengo que decir que me declaro, sin ningún problema, seguidora de Sabina (de la música de Sabina). Y le recuerdo al señor Fernando Neira que el único disco bueno de Sabina no es 19 días y 500 noches, que también hay otros magníficos como Física y Química, por citar algún ejemplo.
El artículo está lleno de mensajes negativos y cuestiona continuamente al cantante. Llega a criticarlo porque no deja que se oiga a Mara Barros al interpretar Por el Bulevar de los sueños rotos. Vaya, ahora va a resultar que vamos al concierto de Sabina, no para escuchar a Sabina, sino a Mara Barros, con todos mis respetos para ella. Es más, ¿qué diría Fernando Neira si Sabina no fuera el que más se oyera en sus conciertos?
Si tuviera la misma actitud que Fernando Neira, le preguntaría qué hay detrás de todo esto, ¿hay algún tipo de interés por el que hay que criticar a Sabina y a sus seguidores?
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